sábado, 7 de julio de 2007
Bubamara!
Y todo le cambió. La gente a su alrededor le parecía congelada. Detenida en el tiempo. Sentado en una vieja banca de la malograda plaza no hacía más que pensar. Sostenía el diario del día en una mano y un pequeño cartón en la otra. Los números coincidían. Había ganado el premio gordo. Era millonario. Lo acababa de saber.
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